lunes, 18 de mayo de 2015

Discernimiento Ignaciano

¿Qué es el discernimiento?

La palabra discernimiento proviene de la raíz latina: cernir, es decir, cribar, separar las partes menudas de las gruesas con el fin de tener mayor claridad de las cosas. Es como si se utilizara un colador que nos permite separar las partículas pequeñas de las grandes o la suciedad de lo provechoso.

En la vida diaria, el discernimiento se aplica para ver con claridad entre las diversas propuestas que se nos presentan y ante las cuales nos vemos en la necesidad de elegir. Para hacer una buena elección en la vida, necesitas discernir, pensar calmadamente los pros y contras de cada acción o decisión, pero sobre todo, qué efectos tiene en tu vida lo que hagas o dejes de hacer en tu vida. Estas decisiones tienen a su vez un efecto en las demás personas, pues somos seres en relación unos con otros.

También la vida espiritual el discernimiento es de suma importancia. San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, elaboró un camino para el discernimiento en la vida de las personas (que llamó Ejercicios Espirituales) y así descubrir a qué estamos llamados como personas y como hijos e hijas de Dios. De allí, que él parte de descubrir cuál es el principio y fundamento para el cual hemos sido creados como seres humanos. Porque sólo partiendo de éste y teniéndolo en claro podremos avanzar en la vida y optar ante las circunstancias y posibilidades que se nos presentan.

      1.     ¿El discernimiento tiene utilidad en la vida diaria?
      2.     ¿En qué momentos lo aplicarías tú?


Los siguientes textos describen a groso modo el camino que realizó san Ignacio en su discernimiento y a qué le llevó el mismo. Una lectura pausada te permitirá encontrar los elementos importantes del discernimiento y analizar de qué manera te pueden servir a ti.

A. Entre la masa ingente de los mendigos

A los treinta años de edad, Ignacio cambia el rumbo de su vida: pasa de aspirar a alcanzar la punta de la pirámide de la sociedad medieval -perteneciente a la nobleza vasca, vivió más de diez años en el palacio del contador mayor de Castilla, Juan Velázquez de Cuéllar- a sumarse a la masa ingente de mendigos de su época.

Después de abandonar la casa de Loyola, el primer gesto de su conversión consiste en entregar sus vestiduras de gentilhombre a un pobre, en Montserrat. Es sólo el inicio de un largo camino de desprendimiento: el caballero que otrora pugnaba por conquistar el “centro... se ha convertido en un peregrino que no sabe muy bien a dónde va. Su impulso primero es imitar el despojo radical de los santos. En su Autobiografía narra cómo cada vez que se encontraba en una situación que pudiera “ascenderle” se despojaba. (…)

Después de una estancia más larga de lo previsto en Manresa (nueve meses haciendo vida de ermitaño, durante los cuales no se cortó el cabello ni las uñas, buscando con ello el desprecio de los demás para vencer su presunción) decidió partir para Tierra Santa.

(…) En esta primera etapa tras su conversión, su deseo de abajamiento le lleva a extremos bien originales: no le basta con ir sin dinero, sino que busca la simplificación máxima de las relaciones humanas, aquella que se produce desde el último lugar, aunque sea a costa del desprecio y que le aboque a situaciones comprometidas. (…)

El peregrino que pensaba ir a Tierra Santa y quedarse allí para siempre, fue descubriendo poco a poco que su peregrinación era más profunda, y que Dios no le dejaba detenerse en ningún lugar, porque su término era Él mismo. De este modo fue conducido e interiorizando el paisaje desolado de la periferia: la mendicidad, el hambre, la incertidumbre de encontrar cobijo cada noche, (…) Pero a lo largo de todo este recorrido, Ignacio fue experimentando que cuanto mayor era el despojo (tanto sociológico como interior, es decir, la renuncia a su propia voluntad), mayor era también la experiencia de la presencia de Dios (…)

De este modo, Ignacio era iniciado en el misterio de la voluntad de Dios: “En este tiempo le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole” (Autobiografía, 27).

B. El inicio de un cambio

Poco a poco Ignacio aprende a discernir la voluntad de Dios para él. Entiende que como simple mendigo, o peregrino, no puede ayudar con eficacia a los demás: no hace más que despertar desconfianza y recelos de las autoridades. Y así iremos asistiendo a un cambio: tres años después de haber iniciado su despojo, comprende que debe ponerse a estudiar.

Siendo estudiante en Barcelona, Alcalá, Salamanca y París, mantendrá su obstinación por vivir desprotegido de todo, pero con matices diferentes: cuando la intemperie se hace incompatible con los estudios, dejará de vivir al día y dedicará los veranos para recolectar limosna. De este modo no se distraerá durante el curso por tener que estar pendiente de su manutención.

A continuación vienen años de tanteo: se le plantea el reto de ir nutriéndose de cultura sin que ello le prive de tener su única confianza en Dios, desprotegido de cualquier otra seguridad. En París empezará a surgir un grupo de compañeros estable. La primera idea es vivir juntos esta continua experiencia de intemperie y de peregrinaje, poniéndose al servicio de la las necesidades que vayan surgiendo a su paso.

Pero Ignacio sigue teniendo una idea fija: actuar en Tierra Santa. Tras un año de esperar infructuosamente en Venecia a que les embarque alguna nave, entienden que deben renunciar también a esta ilusión, que Dios no los quiere ligados a ningún lugar.

De este modo asistimos a la segunda etapa de su conversión.

C. La presencia de la periferia en el centro

El peregrino sigue buscando infatigablemente un punto de referencia: las circunstancias que él ha ido aprendiendo a interpretar como signos de la voluntad de Dios le llevan a instalar en Roma el centro de sus operaciones. (…)

Pero, ¿qué sigue sucediendo en el interior de Ignacio?

[Sigue gestándose un proceso de reflexión, de búsqueda, de descubrir la voluntad de Dios en su vida y en la de los demás. Que da como resultado la fundación de la “Compañía de Jesús”] (…)

Tal vez no acabemos de hacernos cargo de la importancia de este compromiso.

Ignacio acababa de fundar una orden religiosa. Tras mil quinientos años de experiencia, la Iglesia había aprendido a organizarse. Él no podía empezar de cero: conocía las dificultades que tuvo San Francisco. Las instituciones no son lo mismo que las personas:

Ignacio y sus primeros compañeros podían vivir al día, como “las aves del cielo, que no siembran ni siegan, ni acumulan en graneros” (Mt 6,26), pero ahora era diferente: se trataba de consolidar una institución que necesitaba de medios para llevar a cabo sus proyectos. Las rentas para las casas e iglesias de la Compañía parecían necesarias para partir de una base económica firme, y poder así concentrar las mejores energías al servicio de los demás. ¿Quién dudaría hoy de disponer de un capital social para asegurar la estabilidad económica de cualquier institución?

(…) El 5 de marzo escribe:
“Estando en una oración muy suave y tranquila, me parecía que era conducido hacia la santísima Trinidad, pero luego me pareció que también era llevado hacia otro lugar, como si fuera hacia el Padre, de modo que sentía como si Dios quisiera comunicarse conmigo en diversas partes. Era tan fuerte este sentir, que empecé a decir: Señor, ¿a dónde me queréis llevar?, y así estuve durante un largo rato preguntándoselo insistentemente, pareciéndome que era guiado por El. Creció entonces tanto el fervor, que empecé a derramar lágrimas. Al terminar la oración seguía llorando de fervor, y me ofrecía a Dios para que me siguiese guiando y llevando como lo estaba haciendo. Y me preguntaba a mí mismo que a dónde me llevaría” (Diario Espiritual, 113).

Este texto nos desvela la intensidad de la vida espiritual de San Ignacio: él sigue en constante búsqueda, y a la vez, se siente conducido. De aquí que al final de su vida continuara considerándose un peregrino.

A continuación te invito a reflexionar con lo siguiente:

1.      Identifica cómo se expresa el discernimiento en la vida de san Ignacio.
2.      ¿Qué elementos son importantes para el discernimiento?
3.      ¿Para qué le sirvió el discernimiento a san Ignacio?
4.      ¿Qué aplicación tiene en nuestra vida hoy en día?
5.      Elabora un mapa mental que te ayude a sintetizar las ideas.

En la vida nada permanece igual, las cosas cambian. Los seres humanos nos vemos inmersos en ese cambio. Como señala la canción de Mercedes Sosa: “cambia, todo cambia… que yo cambie no es extraño”. De ahí que se nos presentan diversos caminos para elegir, unos buenos, otros mejores, algunos otros que te llevan a tu destrucción. Ante esta realidad el ser humano tiene que elegir. ¿Cómo hacerlo?

Principio y fundamento: En su búsqueda, san Ignacio descubre lo que llama el principio y fundamento de nuestra vida y lo describe así:

"El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma; y las otras cosas sobre la faz de la Tierra son creadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para el que es creado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse de ellas, cuanto lo impidan. Por lo cual, es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es concedido a nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte, más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados" (EE.18). 

San Ignacio descubre que el sabernos creados por Dios para un fin es lo que nos ayudará a descubrir de qué manera cada uno de nosotros y nosotras hemos de llevar a cabo este caminar. Porque tendremos claridad en de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos.

¿Para qué has sido creado? Esto define el horizonte hacia el cual quieres dirigir tu vida. También lo llamamos metas. El ser humano debe definir con claridad cuál es su horizonte y eso involucra el saber de dónde proviene y hacia dónde debe caminar. Como señalaba san Agustín, “Nos hiciste Señor y mi corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”. Para los cristianos y cristianas nuestra meta está el encuentro con Dios que se nos presenta mediante los acontecimientos de la vida diaria.

El ser humano ha sido creado para amar. Ésta es su fuente y también su esencia, su ser. De ahí que en todas las cosas que haga ha de hacerlas con amor y por amor. Toda nuestra vida es una llamada al amor puro y verdadero. San Ignacio lo resume así: “en todo amar y servir”. Él descubrió que amar es la razón de la vida del ser humano.

Consecuencias de no responder a nuestro fin o de convertirlo en medio para otro ¿fin? En nuestra vida podemos desviarnos del camino que nos lleva a la realización plena de nuestro ser. El mundo nos ofrece diversos distractores, falsas verdades que nos llevan a vivir esclavizados y alienados, en mundo de fantasía y también de dolor y engaños. Es por eso que, san Ignacio descubre cómo los afectos del ser humano tienden a engañarnos, por lo cual, considera la necesidad de ordenar nuestros afectos para así descubrir el verdadero camino a la realización del ser humano y no confundir los medios que tenemos para alcanzar las metas propuestas como si éstos fueran nuestros fines.

Herramientas de discernimiento: Para llevar adelante este caminar, san Ignacio nos propone algunas herramientas que nos servirán en nuestro caminar. Entre ellas están la oración que es aquél espacio de diálogo sincero con Dios, un examen diario que permita evaluar el comportamiento diario en las relaciones con los demás y con nosotros mismos(as), y el acompañamiento con otra persona que me ayude a ver con mayor claridad las cosas que se me presentan en la vida. En este último, es necesario que la persona que me acompañe sea alguien que en verdad me ayude a descubrirme y ver con mayor claridad el camino, no alguien que me vaya a obstaculizar el mismo.

Utiliza tus sentidos: Las siguientes imágenes muestran diferentes situaciones de los jóvenes hoy en día en torno a la amistad, la toma de decisiones, el noviazgo y los vicios. Obsérvalas detenidamente y responde:












            1. ¿Qué puedes inferir de cada imagen?
            2. ¿Cuál es la actitud de cada uno de ellos y ellas?
            3. ¿Qué aplicación tiene en ellas la utilidad del discernimiento?
            4. ¿Qué consecuencias tiene el saber o no elegir bien?
            5¿Qué sentimientos despierta en ti?


Trabajo: Por último, a partir de lo estudiado elabora un brochure sobre “Discernimiento Ignaciano” que deberás entregar en la siguiente clase. Deberá presentar lo siguiente:

1. ¿Qué es discernimiento?
2. ¿Para qué sirve?
3. ¿En qué situaciones es necesario?
4. Aplicación que tiene hoy en día en la vida de los jóvenes.
5. Se tendrá en cuenta la creatividad y originalidad del mismo. Recuerda cuidar tu ortografía.

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